La reciente firma del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) entre doce países del mundo
(Australia, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva
Zelanda, Perú Singapur, Vietnam), el cual se espera que entre en vigencia en un
período de dos o tres años, luego de la ratificación del mismo en los
diferentes parlamentos nacionales, es, sin ninguna duda, uno de los acuerdos
comerciales más importantes y relevantes, comparable, al menos por expectativas,
al lanzamiento de la Ronda de Doha para el Desarrollo, aunque con desenlaces
completamente diferentes.
El TPP tienen muchos ángulos para
su análisis, entre ellos el impacto en los flujos comerciales mundiales
considerando el tamaño de las economías; las desviaciones de comercio de regiones como
la centroamericana, derivadas de las rebajas arancelarias en ciertos productos
provenientes de países como Malasia, Vietnam, Brunei; el impacto de este
acuerdo en un cada vez más endeble y estancado marco global multilateral o la
reconfiguración geográfica de las inversiones.
Respecto de este punto, la
inversión extranjera directa (FDI), el TPP tiene importantes impactos a tenor
de sus consideraciones geoeconómicas, ya que este acuerdo busca consolidar una
posición estratégica con toda Asia en general y hacia China en particular, tanto
en los flujos de comercio y servicios como en las grandes inversiones, por
medio de un acuerdo autodenominado de “última generación”, ya que contienen un
amplio paquete de nuevas disposiciones comerciales en las principales
disciplinas comerciales. Todo ello con el propósito de garantizar un sólido
marco legal para los montos de inversión que dicho acuerdo pretende alcanzar.
Globalmente en 2014, las
inversiones de capital en nuevos proyectos se incrementaron 1%, pasando de $642
billones de dólares en 2014 a $649 billones en 2014. China fue el principal
destino de las inversiones mundiales, captando anualmente $75 billones de
dólares de inversiones en proyectos nuevos (greenfield). La región de Asia
Pacífico atrajo cerca del 38% del capital de inversión, es decir, $250 billones
de dólares, sólo en 2014.
Como fuente de inversión, China tuvo flujos de $64 billones de dólares, siendo el principal destino de esas inversiones los Estados Unidos, un crecimiento del 200% desde 2011, en diferentes sectores como hoteles, turismo, bienes raíces, industria de papel, industria química, software y IT. El creciente peso de China en los grandes flujos de inversión global, es en realidad el reflejo del creciente peso de la región Asia Pacífico en los mercados globales.
En el TPP, el capítulo relativo a
las Inversiones está orientado a fortalecer y consolidar los regímenes de
inversiones y evitar la imposición de medidas arbitrarias o requerimientos
excesivos para los inversionistas de los países miembros del acuerdo,
establecer medidas remediales en el caso de vulneración de derechos a los
inversionistas y el establecimiento de un mecanismo de solución de
controversias que presenta nuevas disposiciones legales y procedimentales, que
marcan una diferencia respecto de los firmado en otros acuerdos e incluso con
el mismo sistema establecido en el marco multilateral de solución de
controversias, cual es el establecimiento que permite no considerar lo que se
denomina reclamos jurídicos “frívolos” estableciendo un rango institucional de orden procedimental. Se
trata, por tanto, de crear condiciones muy favorables para poder hacer más
atractivo los países a las inversiones que se están generando en la región.
En el caso de El Salvador, como
se ha señalado anteriormente en otros documentos relacionados (Impacto del TPP en El Salvador), una de las
principales consecuencias del TPP es la posible desviación de comercio hacia
los países del TPP, lo que puede ser importante si se considera que Estados
Unidos es el principal socio comercial del país. Sólo para Estados Unidos, las exportaciones
en 2014 fueron de 2.4 billones de dólares y menor participación se presenta en países
como México y Canadá.
El acuerdo del TPP es una muestra
clara de la recomposición económica en los flujos internacionales de comercio
derivada en buena parte a la dificultad de avanzar sustancialmente en un marco
multilateral y apostar por acuerdos regionales donde incluso se puede avanzar
en aspectos en nuevas disciplinas comerciales,
en temas muy importantes como la propiedad intelectual, las inversiones
que ya se han apuntado o temas institucionales como la coherencia regulatoria.
Este acuerdo, debe llevar a una
profunda reflexión a los países de la región centroamericana sobre el modo de
inserción internacional para los próximos 25
años y de manera particular en cómo los sectores productivos incrementan
de manera acelerada y exponencial sus niveles de productividad, eficiencia e
innovación, unido ello con mayores niveles de inclusión de fuerza productiva y
de generación de empleos de calidad. El modo actual de inserción internacional
ha sido deficitario para sostener un desarrollo económico robusto, esto en el
sentido de una estructura exportadora diversificada e integrada sectorialmente.
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