Si a cualquier persona en la calle se le
pregunta cómo está la economía del país, su respuesta suele ser que la economía
está mal; ante una segunda pregunta de por qué la economía esta mal, la
respuesta suele ser porque todo está más caro. Esta percepción de la economía,
puede contrastar notablemente con las cifras económicas oficiales. De acuerdo a
los datos de la Oficina de Estadísticas de El Salvador, el Índice de Precios al
Consumidor (IPC) para Diciembre de 2015 muestra un crecimiento negativo de 0.1%,
dato similar a noviembre del mismo año y, general, a inflaciones muy bajas o
negativas en el año 2015, incluso inflaciones muy bajas desde 2014.
Con estos datos de inflación surge la
pregunta si hay deflación en El Salvador. La deflación hace referencia a una
caída generalizada y prolongada de los bienes y servicios contenidos en el
Índice Precios al Consumo (IPC). La caída de los precios en un período
deflacionario es crónica, generalizada y prolongada en el tiempo. No existe, no
obstante, un criterio único para determinar cuánto tiempo debe concurrir la
inflación negativa para definir la deflación como tal en una determinada
coyuntura económica en un país determinado. En algunos países, por ejemplo en los países
de la zona euro, se suele tomar como
referencia los mismos períodos que se utilizan para calificar una recesión
económica, es decir dos trimestres consecutivos.
Bajo esta lógica, El Salvador no estaría en
deflación, aunque si estaría en la
presencia, al menos en el corto plazo, de una coyuntura de bajos precios o incluso
de inflaciones negativas que no marcan una tendencia clara en el tiempo.Este proceso se suele diferenciar de la
deflación con el término des-inflación y se refiere a un descenso la tasa de
crecimiento de los precios de los bienes y servicios de la cesta de bienes que
compone el IPC.
Tanto la inflación como la des-inflación
pueden ser el resultado de cambios en la oferta y demanda de los productos o
servicios o de la política monetaria a través de sus decisiones sobre los tipos
de interés de intervención, pero lo normal es que los bancos centrales intenten
mantener en todo momento la estabilidad de precios evitando que ambas sean
excesivas y acercando sus tasas a su objetivo.
En el caso de El Salvador, y dado el carácter
exógeno de la política montería, el ajuste a la baja en los precios está influenciado en buena parte por el continuo
descenso de los precios del petróleo y sus derivados. En clara diferencia con los conceptos
anteriores, la deflación tiene como
característica la persistencia en el
tiempo de la caída de precios y, es decir, una caída generalizada en la mayoría
de los indicadores de precios de la economía de carácter crónico.
En este sentido, la deflación se encuentra
asociada a una fuerte contracción o caída prolongada y drástica de la demanda
agregada de bienes y servicios y, en términos macroeconómicos, se encuentra
asociada a las señales de la política monetaria que para el caso de El Salvador,
se insiste, es una variable exógena.
Al examinar la composición del IPC en El Salvador
por las grandes categorías del índice, se puede observar que la mayoría de
componentes que conforman el índice de precios presentan en los dos últimos
trimestres de 2015 muestra una tendencia a inflaciones muy bajas o inflaciones
negativas, pero en ningún caso de deflación de la economía. En un marco deflacionario, la relación entre
el crecimiento del producto y la tasa de inflación es esencial. La relación
entre el nivel de precios y el crecimiento económico ha sido investigada
ampliamente desde diversos enfoques y metodologías, especialmente en episodios
de alta inflación (hiperinflación) como de una deflación crónica.
En términos generales, como señala Benhabib y
Spiegel (2009), la relación entre el crecimiento de la inflación y el
crecimiento del producto se puede representar como una relación no lineal en
forma de U-invertida, en el sentido que inflaciones moderadas, por debajo de
2%, se encuentran correlacionadas con
ritmos de crecimiento del producto y, viceversa, elevadas inflaciones, arriba
de dos dígitos con reducciones de la
producción; ello bajo el supuesto que esta correlaciones no están orientadas a establecer
o concluir relaciones de causalidad entre ambas variables.
Más complicado es determinar la relación de
causalidad entre un proceso crónico de deflación y reducciones sostenidas en
los niveles de crecimiento. En la historia económica, la gran depresión del siglo XX, más recientemente la deflación en Japón o los
peligros deflacionarios en Europa con bajas tasas de crecimiento han encendido
las alarmas sobre la sostenibilidad del crecimiento económico en el mediano
plazo.
Krugman
(2008) ha mostrado esta preocupación para el caso de Japón, especialmente en la
inefectividad de la política monetaria y del ajuste necesario cuando las tasas
de interés nominales son cercanas a cero en la economía (trampa de la liquidez).
Para un estudio de panel en 17 países en diferentes
secciones transversales Atkenson y Kehoe,
(2004) y Benhabib y Spiegel (2009), han encontrado evidencia empírica
que para inflaciones bajas o moderadas existe una mayor correlación y
significancia estadística entre el desempeño económico y la tasa de inflación,
y una menor evidencia empírica para períodos deflacionarios o de inflaciones
negativas.
¿Debemos preocuparnos?
Como cualquier variable económica es preciso
ver su comportamiento en el tiempo y anticipar los efectos en el desempeño
económico. El movimiento de los precios afecta sin ninguna duda el ritmo de la
actividad económica, especialmente por las señales que el mercado y los precios
dan a productores y consumidores.
Los precios bajos en El Salvador no presentan
una clara tendencia deflacionaria, al menos para datos de 24 meses en 2014 y
2015 en el IPC considerando además los datos en los niveles de demanda
agregada, y especialmente de los indicadores adelantados de consumo y sector
externo. Las proyecciones del Banco
Central de Reserva y del Fondo Monetario estiman un crecimiento superior al 2%
para el 2016 y tasas similares (entre el 2%
y 3%) hasta el 2020.
Adicionalmente, La inflación subyacente
parece confirmar este extremo, ya que las tasas mensuales de variación de la
inflación, eliminando de la cesta de bienes del IPC los bienes más volátiles y
viendo los datos para la inflación núcleo (core inflation), muestran tasas muy
cercanas a cero, pero no es posible apreciar una clara tendencia de
reducción negativa de la inflación.
La coyuntura de bajos precios de inflación,
en todo caso, es una coyuntura que debe ser aprovechada por El Salvador por
potenciar la diversificación de su matriz productiva y crear y mejorar las
condiciones para la inversión privada.
Referencias
Atkeson, A. & and Kehoe P.J. (2004). Deflation and Depression: Is There an
Empirical Link? American Economic Review, Papers and Proceedings, 94,
99-103.
Benhabib, J., & Spiegel,
M.M. (2009). Moderate Inflation and the Deflation:
Depression Link. Journal
of Money, Credit and Banking, 41(4), 787–798.
Krugman, P. (2008). It's Baaack: Japan's Slump and the Return of the
Liquidity Trap. Brookings Papers on Economic Activity, Economic Studies
Program, The Brookings Institution, vol. 29(2), pages 137-206.
Rosenbluth, F. M. (2012). Japan in 2011: Cataclysmic Crisis and Chronic Deflation. Asian
Survey, 52(1), 15–27.
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