Dentro de los cambios
más importantes en el escenario del comercio internacional, la creación de
nuevos espacios regionales de comercio es, sin duda, una de las tendencias más
importantes y con implicaciones importantes para todos los países y de
necesaria reflexión para la región
centroamericana.
Algunos de estos
procesos de negociación de lo que se ha dado en denominar los mega acuerdos
regionales son el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica
(TPP), en el que participan once países de la región de Asia-Pacífico, a saber:
Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú y
Singapur y Vietnam; la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión
(ATCI), que es un acuerdo comercial que están negociando la Unión Europea y los
Estados Unidos; el Tratado de Libre Comercio entre Japón y la Unión Europea; la Asociación Económica Regional Integral
(RCEP) entre los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste
Asiático (ASEAN) (Camboya, Brunei Darussalam, Indonesia, La República de Laos,
Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) con los socios
estratégicos de Australia, China, India, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur; el acuerdo de Libre Comercio entre Japón,
Nueva Zelanda y Corea del Sur; la Alianza del Pacífico (Perú, Colombia, México,
Chile) e incluso la posibilidad de una Área de Libre Comercio en el marco de la
APEC (Cooperación Económica del Asia Pacífico).
Muchos de estos acuerdos
tienen aspectos que se pueden diferenciar de otros acuerdos de libre comercio y
que, precisamente en esos aspectos diferenciadores se encuentran implicaciones
importantes para muchos países y regiones del mundo. Una de las primeras
cuestiones de relevancia se refiere al volumen
de comercio e inversión que concentran algunos de los países dentro de los
flujos mundiales de comercio.
A manera de ejemplo, en
2012, los países de la Unión Europea (UE-27) exportaron hacia los Estados
Unidos 389.52 billones de dólares, lo que representó el 26.3% del total de las
exportaciones de la UE y el 21% del total de la importaciones de los Estados
Unidos. A su vez, Estados Unidos exportó 301.64 billones de dólares a la Unión
Europea, lo que representó el 26% del total de las exportaciones y el 17.3% del
total de las importaciones de la Unión Europea.
De manera similar, el
TPP, el TTIP o el TLC bilateral entre Japón y la Unión Europea suponen
negociaciones entre países con altos volúmenes de comercio y de inversión
extranjera, tanto en flujos de entrada como en flujos de salida. En el TPP,
actualmente los 12 países que conforman la negociación concentran el 23.6% de
las exportaciones mundiales, el 27.9% de las importaciones mundiales, el 30.1%
de los flujos de entrada de las inversiones y el 43.85% de los flujos de
salida.
El segundo elemento
diferenciador dentro de los grandes acuerdos regionales que se encuentran
actualmente en negociación es que la existencia previa de tratados de libre comercio
bilaterales entre los países, lo que establece una racionalidad diferente a la
tradicional búsqueda de reducciones arancelarias o establecimiento de reglas
básicas en las diferentes disciplinas comerciales. Estos acuerdos en realidad
obedecen ciertamente a consideraciones políticas geoestratégicas y a la
búsqueda de una mayor eficiencia y escala productiva en el comercio,
estrechamente ligada a las tendencias de de fragmentación de los diferentes
procesos productivos, especialmente dentro de las cadenas globales de valor.
La creación de estos
espacios regionales de comercio, que presionan hacia una fragmentación del
sistema de comercio mundial multilateral, se debe precisamente a los pocos
avances que conseguidos en el marco de la OMC y al estancamiento de eso foro
como mecanismo para impulsar negociaciones comerciales multilaterales,
reforzado por los magros resultados obtenidos a la fecha de la Ronda de Doha
para el Desarrollo y por las escasas perspectivas de alcanzar acuerdos
sustantivos en los próximos años.
Los resultados obtenidos
en la Conferencia Ministerial de Bali en 2013, el denominado paquete de Bali,
aunque son importantes, no tienen el alcance suficiente en materia de
compromisos sustantivos ni responden a todas las aspiraciones de los países en
materia de política comercial internacional; de esta manera, los objetivos de ampliar los ámbitos de
acción comercial hacia nuevas disciplinas, especialmente en temas como
servicios o propiedad intelectual, se puede conseguir en espacio regional que
presenten beneficios comunes y que sean factibles de conseguir respecto de el
ámbito multilateral.
Los mega acuerdos
regionales, buscan incrementar la eficiencia productiva, la escala de
operaciones comerciales y reducir los impactos generados por el efecto “spaghetti
bowl”, especialmente en acceso a mercados y en la reglas de origen. Dado el
creciente peso de las cadenas globales de valor en la producción mundial, los
TLC bilaterales presentan rigideces para la eficiencia productiva cuando un
país no puede incorporar materias primas o bienes intermedios provenientes de
países que no forman parte de un TLC bilateral por las reglas de origen
negociadas en dichos acuerdos. En este sentido, los mega acuerdos regionales
tienen como principal atractivo la negociación de cláusulas de acumulación
ampliada que permitan crear amplias zonas regionales de comercio en condiciones
preferenciales. Dado el tamaño y la participación de algunos países en el
comercio mundial, los mega acuerdos pueden tener importantes consecuencias en
economías y regiones más pequeñas por los posibles impactos derivado de
desviaciones de los flujos de comercio.
Adicionalmente, en
muchos acuerdos, especialmente en el TPP, se están introduciendo nuevas
disciplinas comerciales dentro de las negociaciones o ampliando la profundidad
y el alcance de algunos acuerdos ya existentes en el marco de la OMC, lo que ha
venido a derivar en lo que se conoce como temas de OMC+. En la tabla 2, se
puede observar que adicionalmente a los temas convencionales, las negociaciones
del TPP introduce nuevos temas dentro de la política comercial internacional.
Dentro de los temas
horizontales, se han presentado nuevos temas como tecnologías digitales, mejora
regulatoria e innovación para pequeñas y medianas empresas. Para muchos, son
estos los temas y las disciplinas que constituyen los pilares centrales de los
nuevos tratado comerciales multilateral del siglo XXI. El TPP, por tanto, se
vislumbra ya como un detonador potencial de grandes dividendos económicos y
nuevas configuraciones geopolíticas de profunda relevancia para la economía y
la política global.
Este tipo de acuerdos
también ha generado una importante controversia sobre las consecuencias que pueden tener algunos de los aspectos que
se negocian para otros acuerdos. En particular, se identifican al menos 5
desafíos derivados del TPP.
Propiedad intelectual: este capítulo aparece
hoy como el más controvertido. Ello por el enfoque adoptado por EE.UU., que
persigue establecer sanciones penales para la falsificación intencional de
marcas y la piratería de derechos de autor que ocurran "en una escala
comercial", incluso si no generan ganancias.
Otras normas resistidas
han sido las propuestas de ese país sobre patentes farmacéuticas y protección
de los derechos de autor en el entorno digital, donde se obligaría a que los
proveedores de Internet retiren contenidos como música, películas u otros si el
titular del derecho de autor lo exige.
En realidad se trata de
balance entre la protección de los derechos de propiedad intelectual y la
búsqueda de otros objetivos, como la libertad de expresión, la innovación y el
acceso a la cultura.
Medio ambiente: la propuesta
estadounidense incorpora compromisos vinculantes en materia de comercio ilegal
de especies, tala ilegal y sobreexplotación de pesquerías, pero además propone
que en caso de incumplimiento exista la posibilidad de sanciones comerciales,
enfoque que no ha logrado el consenso entre las partes.
Empresas del Estado: la idea es que las
empresas del Estado no reciban ventajas respecto de las privadas a la hora de
competir, pero no existe aun claridad sobre las reglas que se están negociando.
Esto podría ser importante para varias empresas públicas si se mira en el
contexto de los apoyos públicos recibidos por diversos bancos y entidades
financieras de ese país tras la crisis financiera en 2008.
Asuntos laborales: es un tema especialmente
sensible en el TPP, debido a los niveles de desarrollo y prácticas laborales
muy dispares entre los países signatarios. La propuesta estadounidense busca
que los socios del acuerdo garanticen la aplicación efectiva de sus propias
legislaciones laborales, pero que además cumplan con los derechos fundamentales
en el trabajo: libertad de asociación, derecho a la negociación colectiva,
eliminación del trabajo forzoso, abolición del trabajo infantil y no
discriminación. El incumplimiento abre paso a la posibilidad de sanciones
comerciales, lo que ha sido resistido especialmente en los países en
desarrollo.
Comercio electrónico: EE.UU. aspira a que se
prohíba el bloqueo de la transmisión transfronteriza de datos vía Internet y
que se obligue a los proveedores a instalar servidores de datos en un país como
condición para poder ofrecer sus servicios localmente. Muchos países que
restringen el flujo de datos por Internet se oponen y otros han advertido que
ello podría contravenir sus leyes sobre privacidad de los datos personales.
Para los países de la
región centroamericana, las perspectivas relacionadas con el TPP son
heterogéneas. Por un lado países como Costa Rica o Panamá ha manifestado su
interés en incorporarse al TPP, en tanto los países del triángulo norte han
expresado su preocupación por los impactos negativos de dicho acuerdo,
especialmente en el sector de textiles y confección.
En realidad, el TPP
tiene un valor estratégico relacionado estrechamente los eslabones en varias
cadenas de producción entre Asia y Norteamérica. El TPP supondrá la liberalización de los
flujos de comercio e inversión en la región Asia –Pacífico y brindará una oportunidad para la
diversificación de las exportaciones para muchos países miembros del TPP así como
para una mayor integración de la producción regional desde y hacia Asia.
Para la región CA, por
su integración con los Estados Unidos el TPP podría provocar desventajas de la
región frente a Estados Unidos y Canadá como destino para atraer futuras inversiones,
así como una posible erosión de las preferencias en el mercado norteamericano consignadas
en el CAFTA-DR, especialmente por la competencia de los países que actualmente
no tienen TLC con Estados Unidos (Brunei, Malasia, Nueva Zelandia y Vietnam) y que verían mejorado su acceso tanto por
aranceles preferenciales, por las cláusulas de acumulación ampliadas y, en
algunos sectores, por reglas de origen flexibles.
En este sentido, puede
apreciarse como estos mega acuerdos, además de las razones políticas
estratégicas, tienen en el fondo el objetivo de buscar una espacio de
convergencia que permita crear un espacio regional de comercio que brinde mayor
eficiencia y escala de producción, especialmente por la fuerte tendencia de
abandonar los esquemas de “hub and spoke” hacia esquemas más flexibles y
deslocalizados, pero además busca crear un espacio regional con reglas claras,
adaptadas a la realidad del comercio actual. Así, aunque algunos de esto
procesos aun está en negociación, es pertinente que los países de la región
hagan una reflexión sobre las implicaciones de este tipo de acuerdos y,
especialmente, de los desafíos institucionales y regionales que dichos mega
acuerdos generan, y evaluar la calidad del proceso de integración para mantener
y aumentar el atractivo competitivo de la región CA frente a nuevos espacios
regionales.
Referencias
Rosales, O. y Herreros, S. (2014). Mega-regional trade negotiations: What is at stake for Latin America? Inter-American
Dialogue. Working Paper. January
Estevadeordal, A.,
et. Al. (2009). Bridging Regional Trade
Agreements in the Americas. Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
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